Chile, ¿país de indecisión o certidumbre?

El 4 de septiembre del presente año, el gobierno de Chile sometió a plebiscito el proyecto de nueva Constitución, un proyecto que nace en principio por el estallido social del 2019, y que ya en el 2020 tiene su respuesta, respuesta que se reflejó en que se empezara a gestar la nueva Constitución para tener en cuenta todas las demandas del pueblo chileno. Fueron horas de congoja y también de felicidad las del escrutinio de todas las mesas de votación, porque a medida que se iba aumentando del número de mesas, iba aumentando el NO, o el rechazo hacia la nueva Constitución. Con un 62% de los votos, Chile dice NO a la constituyente. Digo horas de pesadumbre y alegría, porque si bien había una parte de la población que quería una reforma de la Constitución de la era de Pinochet, habían otros sectores que diferían de este pensamiento, entonces podríamos contextualizarlo de esta manera:

1. Manifestantes del estallido social del 2019, o simpatizantes de este movimiento, que querían un cambio de la Constitución vetusta que los regía.

2. Sector de Derecha, o simpatizantes de esta ideología, que no querían que una Constitución de "izquierda" los rigiera.

3. Sector de la población que de manera muy sucinta dice "Otra Constitución sí, pero esta no". Este sector es el que cuenta con una pluralidad mayor de personas, ya que si bien quieren un cambio de Constitución, no son de extrema derecha, y si bien no aceptaron este proyecto de Constitución, tampoco son de una extrema izquierda. Categorizar a las personas dentro de un marco, encasillarlas para decir, "esta no, esta sí", es algo hórrido, pero en esta ocasión tendré la osadía de hacerlo para llamarlos "libre pensantes", personas que sin estar atada a una ideología entienden las necesidades de un pueblo de manera objetiva, sin injerencia de micos parlamentarios de cada uno de los sectores políticos.

Ahora bien, es pertinente aclarar qué fue el estallido social del 2019 de manera breve. Este estallido social se ubica entre la fecha del 18 de octubre y 18 de marzo del 2019, y fue una respuesta directa al alza en la tarifa del sistema de transporte público de Santiago de Chile, empero cabe destacar, que este solo fue el detonante, en realidad, esta era una respuesta de multitud de necesidades que tenía el pueblo Chileno, por lo que este estallido fue la representación total de estas necesidades. Inclusive, a este estallido social se aunaron las fuerzas feministas, que vieron una oportunidad para ser representadas. 

Este proyecto de Constitución abarca grandes cambios, entre los que podemos destacar: Democracia inclusiva y paritaria, mujeres dentro del gobierno; Reconocimiento de pueblos indígenas, con su propio sistema judicial; Legalización del aborto; Abolición del Senado. Estos grandes cambios suscitaron en algunos sectores del pueblo chileno un ideal de que era una Constitución de izquierda, y que se iban a ver afectados incluso sus bienes, como se tiene constancia en otros países de régimen autoritario socialista. 

A manera de concluir, podemos decir que si en el plebiscito hubiera ganado el apruebo hacia el proyecto, hubiera empezado a regir de inmediato, pero como se rechazó con más del sesenta porciento, Chile seguirá bajo la Carta Magna de 1980 promulgada bajo el régimen de Augusto Pinochet. ¿El hecho de que la Constitución se haya promulgado en la era de Pinochet, representa verdaderamente un argumento en contra de esta misma? Desde mi punto de vista, la respuesta es un rotundo NO, porque ¿En verdad se debería cambiar una Constitución que ha venido funcionando por más de cuarenta años? Chile ha vivido bajo esta Constitución muchos años, y es económicamente un referente latinoamericano, así que no, si funciona se debe dejar en paz. Es cierto que se podrían hacer reformas hacia temas muy neurálgicos (que siempre estarán prestos a subjetividades), sin embargo, cambiar radicalmente toda la Constitución puede constituir un error fatal para un país.

Said Lasso Ramírez

24/09/2022

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